El Kintsukuroi (en japonés: la reparación de oro) o Kintsugi (en japonés la carpintería del oro) son dos términos que se emplean para hacer referencia a una misma técnica japonesa utilizada en el arte de reconstruir cerámicas rotas.
Debido a su gran aceptación en oriente, y cada vez más en occidente, se ha convertido en una filosofía de vida, la resiliencia japonesa ¿Conocías este término? …si no es así, seguro que te va a sorprender, sigue leyendo.
¿En qué idea se basa?
En occidente está muy extendida la creencia, que cuando un jarrón se rompe, por muy bien que pegues los trozos, suponiendo que puedas conservarlos todos, el jarrón no vuelve a recuperar su belleza.
En Japón, supieron qué hacer con ese jarrón, aunque le faltaran piezas, para no sólo reconstruirlo sino transformarlo y darle un valor añadido en su segunda vida con una nueva estética.
La cerámica era reparada con barniz de resina espolvoreado o mezclado con polvo de oro, plata o platino. Entendiendo que las roturas de una pieza de cerámica forman parte de su historia y deben mostrarse en lugar de ocultarse y además hacerlo embelleciendo el objeto, mostrando su transformación.
¿Cuál es su historia?
La historia de la carpintería o reparación del oro se remonta a finales del siglo XV cuando el shōgun, Ashikaga Yoshimasa, envió a China dos de sus tazones de té favoritos para ser reparados.
Los tazones volvieron reparados, pero con unas feas grapas de metal, que los hacían desagradables a la vista. El resultado no fue de su agrado, así que buscó artesanos japoneses que hicieran una reparación más estética que se convirtió en un auténtico arte.
La técnica de reparación de las piezas de cerámica fue tan apreciada que algunas personas fueron acusadas de romper estos objetos, para luego poderlas reparar con dicho método, ya que las piezas eran más valoradas que las piezas que no se rompieron nunca.
¿Cómo se puede aplicar el Kintsukuroi a la Violencia de Género?
En occidente, tenemos la creencia irracional, y muchas veces inconsciente que, tras los malos tratos, la mujer que los ha sufrido está rota y no se puede reconstruir. La expresión,” marcada para toda la vida” la he escuchado muchas veces decir; yo misma lo he creído en algún momento, e incluso es posible que hasta haya utilizado esta misma expresión.
Y tú, ¿Qué has creído? ¿Qué crees ahora?
Socialmente, esta creencia también está muy extendida y se produce un fenómeno muy curioso, que se traduce en una especie de estigmatización o señalamiento negativo y silencioso en forma de rechazo, insisto muchas veces inconsciente, hacia la propia mujer, sobre todo en comunidades pequeñas.
La idea fundamental que se puede extrapolar de esta técnica japonesa a la violencia de género es que esa experiencia adversa la puedes aprovechar para repararte interiormente y crecer como persona en los diferentes ámbitos de tu vida y tus relaciones. En esa reparación puedes encontrar la transformación que te llevará a la vida que tanto anhelas.
Tus cicatrices, lejos de recordarte los problemas que has vivido en tu relación de pareja, son un símbolo de superación. No tienes porqué sentirte avergonzada por ello, sino todo lo contrario.
Tus heridas han de recordarte tu condición de vulnerabilidad, fortaleza y belleza al mismo tiempo; Así eres, aunque no lo creas, así somos todos, hombres y mujeres.
Al igual que ocurre con los jarrones, tendrás que recoger todos tus pedazos, sanarlos y planificar las distintas posibilidades que tienes para recomponerte y construir una vida mejor o una relación de pareja sana.
Puedes Salir de Cualquier Lugar Desagradable en el que Te Encuentres, ¡Sí, sí, es posible ¡Es posible dejar de sufrir los efectos que la violencia de género haya dejado en ti, en tu vida y, no volver a repetir la misma historia! Sólo tienes que saber cómo hacerlo, y yo te puedo ayudar. No te voy a engañar, no es fácil, pero si yo pude, tú también puedes. ¿Te acompaño?
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