La violencia era una constante en mi vida que se repetía tanto en el ámbito personal como en el profesional, hasta que una profunda crisis vital me dio la oportunidad de pararme en seco, y tomar la decisión de ponerle punto y final a tanto dolor. Empecé a trabajarme a través del Coaching, a dar respuesta a las preguntas que me hacía a mí misma una y otra vez: ¿Qué significa la violencia en mi vida? ¿Por qué Yo? ¿Por qué repito una y otra vez el mismo tipo de comportamiento en una espiral de la cual no sé cómo salir?… y lo más importante, a reparar todo aquello que me hacía tanto daño.

El Coaching se convirtió en la herramienta perfecta para llevar a cabo una doble reinvención, personal y profesional. Gracias, a su descubrimiento no sólo pude sanarme como mujer, hija, hermana, pareja y madre, sino que, además pude materializar una misión que llevaba pegada a mi muchos años, que tenía que ver con ayudar a encontrar la solución a las malas relaciones entre los miembros de una pareja, en esta realidad tan compleja que conocemos genéricamente como Violencia de Género.

Nunca me atreví a dar el paso para llevarla a cabo, entre otras muchas razones, por una fundamental, y es que yo me encontraba allí, inmersa en esa misma violencia y no sabía como hacerlo. Otra razón de peso es que encontré en la ley, los jueces o los tribunales ineficiencias que pude comprobar a través de mis propias experiencias personales. En el Coaching encontré los recursos que me facilitaron la solución a las necesidades que siempre tuve y que las herramientas más conocidas y utilizadas no me aportaron.